Te evaporizas en un suspiro. Te volatilizas, desapareces y yo me quedo espiando a tu olor. Pero tu sonrisa reaparece. Grande, como tu mirada que también vuelve. Eterna al contacto con tu voz, con tus suspiros, con lo sublime de tu presencia. Y regresan tu boca, tu piel, tus manos. Tus pupilas, que me sorprenden escribiendo en tus huellas borradas, tejiendo en el viento miradas entrelazadas. Y tu alma, que nunca se marchó. Ocre y azul, como tus besos. Infinita y plausible, como el color de tus palabras.
Y se sienta.
Y me mira.
Y me espera.
En memoria de A.R.
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Ayer incineraron a Antonio. Se murió en su casa. Vivía solo. Tenia la
integral de Bach y era un sibarita en la restitución de esa música divina y
la amab...
Hace 10 horas