El café acaricia mi garganta mientras fuera llueve. Llueve y con la lluvia caen mis recuerdos. Empapan mi alma, reventando la piel y rasgando mis dedos. Y ella aparece, como aparece la primavera en mayo, como aparece la niebla en mi cuerpo en otoño. Ni aún cerrando los ojos consigo que desaparezca, ni que no sea su olor el que me sorprenda en cada esquina, ni que su nombre no sea el que susurra el viento cada noche. Y sus lunares forman los trazos del cielo y sus ojos dibujan la infinidad de un sueño. Soplo sobre su ausencia pero no desaparece. Ella continúa, como continúan mis ojos vivos al mirarla, como continúan mis ojos muertos al anhelarla.
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Hay veces que los recuerdos son buenos y otras que no lo son tanto. Tristeza y desespero: sería mejor no evocarlos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Deliciosa evocación que me devuelve a añorar a mi amor cuando se ausenta.
ResponderEliminarUn abrazo con afecto desde Colombia!
Suerte tiene aquella en la que te inspires... Ella, ella es preciosa.
ResponderEliminarella.
ResponderEliminara veces se me hincha la boca cuando ella ocupa esa palabra, cuando sabe a café y huele a tierra mojada, cuando aparece algunas noches acunadas por el insomnio y la impaciencia.
ella.
...aunque la verdad, "nosotras" suena mucho mejor.
Un placer haberte encontrado.
Me encanta el final.
ResponderEliminarY es que lo recuerdos, por momentos son como pesadillas que persiguen alimentarse de nuestra moral... Y en ocasiones los recuerdos nos ayudan a seguir viviendo.. A seguir sintiendo... A seguir amando...
ResponderEliminarPrecioso como siempre, Sau...
Mil besos...
Pues a mi me encanta el principio. Café, lluvia y recuerdos.
ResponderEliminarPor lo que escribes, ella debe ser un ángel...
1 besiko
"Donna angelicata"
ResponderEliminarSí, te dejo, aunque ese concepto ya está inventado.
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