viernes, 8 de abril de 2011

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Le gustaría tener hoyuelos. No sabe que yo le regalaría uno para cada día de la semana a cambio de esas arruguillas que le salen al lado de las pupilas cuando sonríe. A veces se queda callada, mira al horizonte y se evade; y yo juro que daría lo que fuera por llegar a entrar algún día en su mente cuando lo hace, pero supongo que entonces su mundo perdería esa magia. Tiene los ojos más grandes que vi jamás, capaces de desarmarte en un segundo y clavar su mirada entre tus costillas, allá donde en contadas ocasiones los huesos hospedan mariposas. Por ella las sonrisas se tropiezan, sin saber muy bien cuándo pueden besarla o cuándo pueden susurrarle al oído que se verán la semana siguiente. Puede ser el kilómetro cero del país más lejano del mundo y puede terminar la noche hablándole a tu almohada y convirtiendo las madrugadas en bonitas mañanas con lluvia. No hace falta rogar silencio cuando se ríe ya que sus carcajadas son las únicas equiparables al aleteo de dos mariposas, capaces de provocar un tsunami en tu garganta. En la suavidad de sus dedos residen mil latidos, y entre sus uñas respira más de un sueño bostezado que ella se encarga de cumplir. Sabe encajar las palabras en los abrazos de tal manera que cuando quieres llorar ella te enseña a sonreír, y no puedes decirle que no. Y tú sabes que por muy mal que estés, en el momento en el que ella aparezca todo irá mejor. Porque, como alguien dijo, el mundo es un poco menos malo porque existes. Y esque cuando se acerca y te mira de frente da igual que el corazón te pida que te marches; la esperarías aunque supieras que no va a volver. Y a mí me gustaría tocar el piano sobre la línea que se desliza por su espalda; me gustaría enredar mi dedo corazón entre el tirabuzón que le cae como una cascada por el cuerpo cuando se quita la ropa; me gustaría conseguir su sonrisa y dibujársela día tras día. Pero nunca se lo diré... No puede saber que en ocasiones es capaz de detener mi corazón.

http://www.youtube.com/watch?v=EehEP5yoUQs