lunes, 29 de enero de 2018

La lista de la compra.

Han pasado treinta días
desde la tarde en la que las cuentas dejaron
de hacerse hacia atrás,
treinta días en los que me he agarrado
a todo lo que dejé en casa cuando nos fuimos
y que encontré el día que volví sin ti,  
a todo lo que compré un día que
todavía vivías,
a todo lo que ya existía
antes de que tú dejaras de hacerlo:
los cartones de leche, el papel higiénico,
el champú de litro,
los paquetes de zumos para cuando el azúcar también
se queda corto,
el detergente de veintisiete lavados,
la sal normal, las bolsas de basura.

Todas esas cosas que uno compra
muy de vez en cuando porque duran mucho
tiempo sin estropearse.

Ahora, treinta días después,
todo va gastándose, golpe a golpe,
como la propia vida,
y apenas queda nada
de aquello,
pero yo ya no quiero volver al supermercado
a comprar de nuevo todas esas cosas
que duran mucho tiempo sin estropearse,
porque hasta lo más absurdo de esta casa contiene tu vida,
porque hasta lo más absurdo también se va muriendo,
porque no quiero volver a empezar
de nuevo,
no quiero volver a comprar cosas duraderas
en las que ya no creo,
no quiero volver a comprarlas
ahora que has muerto,
no quiero volver a empezar
una vida interminable

sin ti.