lunes, 29 de septiembre de 2008

Lo quiero Ya.

¿Y si... sólo nos quedara una oportunidad para perder el control? ¿Si únicamente tuviéramos un instante en el que volvernos completamente locas sin que nada importe y perder del todo la cabeza? Yo te arrancaría la camiseta en medio de la calle, te embestiría contra todos los escaparates matando de envidia a todo el que pasara enfrente, te tiraría a la carretera haciendo frenar a los coches y explotando los semáforos por aumento excesivo de temperatura, te subiría encima de mí y quemaría tu lengua, tus dedos y tu cintura destrozándote el cuerpo a mordiscos y marcando cada grito ahogado de placer que expulsara tu garganta abrasiva, y te lamería entera de la manera más violenta que te puedas imaginar, para después regresar a la oscuridad con los pantalones aún bajados y sin sujetador para seguir regalándonos placer.
¿Y tú? ¿Qué harías tú?

Ciento un mil besos

http://es.youtube.com/watch?v=e2Ma4BvMUwU&feature=rela ted

jueves, 25 de septiembre de 2008

'Me hago un dedo, me como un caramelo'


Volamos tan alto... ni siquiera nos hace falta despegar; el cielo es nuestro cuerpo y nuestro combustible la saliva que nos prestamos cada tarde. No tenemos que ensayar sonrisas antes de vernos porque salen solas, porque nos miramos y nos borramos a mordiscos, porque cubrimos el espacio entre nuestros ombligos uña a uña, piel a piel, gota a gota. Escribimos en la espalda de la luna nuestros nombres entrelazados, confundidos, superpuestos, enredados, para que ni el sol los borre ni la ausencia sea capaz de hacerlos desaparecer. Perfeccionamos los besos e inventamos caricias que nadie conoce para que sólo nuestros alientos sean testigos de lo que ocurre debajo de la camiseta, conducimos a 200 por hora hasta que llegamos al cuello y lo destrozamos con la rabia contenida de no poder reventar nuestras bocas cuando nos apetece. Hacemos música bajándonos la bragueta, arrancándonos el cuerpo y dejando que el sudor de nuestros cuerpos pegados haga que las bragas se rindan y caigan muertas de ganas. Nos miramos y hacemos que sobren las palabras, qué más queremos...

Cien mil besos, de nuevo.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Hacerte ver...


Que para mí el edén aparece cuando te rompo la falda, que devorar los segundos que nos separan y arrebañar hasta el último suspiro de nuestras noches es delicioso, que mi piel pierde la cabeza cuando la respiras con tus manos. Que sólo hay un para siempre si lo pronuncian nuestros besos, que mis párpados disparan amor, que gano a tu silencio diciéndote que te quiero, que el aire no enfría si tu estás al lado, que los bancos rotos recobran el sentido cuando tú y yo los ocupamos. Que haces que la luna tenga sentido, que doy mil pasos al frente sin cansarme si tú no te mueves, que te reviento de cualquier manera en cuanto la oscuridad nos esconde, que le doy la vuelta a tu espalda para mirarte de frente siempre, que araño cada mañana en la que no estás y mato a todas las noches en las que no podemos aparecer. Que únicamente suman diecinueve tus dedos y los míos, que sólo hay un nosotras porque mi alma lleva tu nombre y yo firmo en la tuya.


Noventa y nueve mil besos

lunes, 22 de septiembre de 2008

'Esta noche Quédate'


Vamos a fumarnos la luna de noche, a dormir desnudas en los parques, a beber el aire que nos roza entre beso y beso. Vamos a dibujar sueños con las siluetas de nuestros dedos entrelazados, a drogarnos con el brillo de nuestras pupilas al mirarnos, a dibujar un 'te quiero' azul en cada rincón de nuestra espalda. Vamos a jugar a encontrar lunares perdidos por debajo de la piel, a viajar a sábanas que no nos dejen despertar, a encerrarnos en lugares donde los relojes no signifiquen nada. Vamos a querernos, a querernos sin que nada ni nadie más importe, a querernos como si fuera lo último que pudiéramos hacernos la una a la otra, a querernos como si fuera la única verdad que únicamente nos pertenece a nosotras solas, a querernos como si realmente se tratara de lo único que necesitamos para seguir respirando.

Noventa y cinco mil besos

jueves, 18 de septiembre de 2008

Te dejaré sin bragas.


Y quizá cierre los ojos y no me acuerde de dónde estoy porque el alcohol ciegue la noche, pero entonces sentiré tu mano sobre mi pierna, y llevarás mis dedos a tus labios, y despertaré, y me reventarás en mi boca sabor a vodka, o puede que ron, qué más da. Y yo te desnudaré, de un soplido o de un mordisco, según las ganas que me entren, aunque ten por seguro que te quedará marca. Haré fuego en tu entrepierna y mi lengua lo apagará poco a poco, mientras tú te escurres por mis manos, mientras tú destrozas la hierba que te rodea y te confundes entre gemidos, mientras tú pierdes tus piernas en mis brazos y no eres consciente de nada más que de mi lengua haciéndote mía.

O quizá no espere más y me cuele en tu habitación esta noche y te reviente, y te robe la madrugada y parte de la mañana, y tal vez la tarde, y de por seguro la noche.

Quién sabe. No cierres los ojos ni hoy ni mañana, por si acaso.


Noventa y un mil besos

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Sin paracaídas


Es tenerte al lado y poder morir consciente de que nunca podré estar en mejor lugar. Es pensar en ti y darme cuenta de que ocupas cada rincón de mi vida, de que llenas cada esquina de piel vacía, de que arropas cada parte de alma que se quedó congelada al no saberte cerca. Es verte sonreír y adueñarme de tu sonrisa, porque tu sonrisa es mi sonrisa, y yo la desnudo con un beso, la muerdo y me la como, la guardo en mi zapatilla, la rescato siempre que no estás, la dibujo, la pinto, la escribo, la grabo en mis labios, la marco en mis pestañas, la escondo dentro del pantalón, la engancho a mi sujetador, la robo en un descuido de tu boca, la acaricio entre miradas, la siento, la espero, la cuido. La hago inmortal, eterna. La hago infinita.
Noventa mil besos
Y que no llevaremos paracaídas, que si caemos juntas no dolerá, mi vida.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Mirarte hasta que duela.


Quiero que me desnudes. Que me desnudes y sin apartar tus manos de mi mirada me digas lo que podré llegar a ser para ti. Quiero que me muerdas el alma, que me arranques de un mordisco la vida, porque ahora lleva tu nombre, porque no dolerá si es tu boca la que la marca, porque es tu reflejo el único que se ha conseguido colar en ella. Quiero que nuestras bocas de tanto necesitarse choquen inconscientemente, que tu lengua busque mi cuello, que la mía busque tus labios, y tú suspires, y yo suspire, y ya no haya frío que valga, ni miradas que tapar, ni voces que escuchar. Quiero bucear entre tus piernas y escribir en tu ombligo, versar una historia sobre el color de tu voz y arañarme la espalda con tus uñas, soñarte conmigo y despertar a tu lado. Quiero mirarte... mirarte hasta que duela.


Ochenta y ocho mil besos


jueves, 11 de septiembre de 2008

No me dejes que despierte...


-¿Dónde estás?

-En ti.

Quisiera cenar en tu espalda, comerme el despertador de un bocado para no dejar de soñarte, enroscarte en mis sábanas para que nunca salgas de mi cama, encontrarte al abrir la puerta de mi habitación y perderme en tu sonrisa para no encontrarme, para quedarme contigo. Quisiera cruzar la calle y que tus dedos acariciaran mi cuello por detrás para darme la vuelta y verte, y besarte, y llevarme tus labios en el bolsillo, y rozarte la mejilla con un dedo, y estallar las lágrimas que un día salieron mientras te miro, mientras no puedo evitar mirarte, mientras me callo y me aprendo todo tu rostro durante horas, sin decirte nada, sólo siendo consciente de que continúas siendo real. De que continúas siendo mi realidad.

Ochenta y un mil besos


miércoles, 10 de septiembre de 2008

Comencemos a no olvidar.


Quizá crees que algún día me dolerá la boca de tanto besarte, que esconderé mis manos de tu espalda y que el latido incontrolable que se escapa de mi boca cada vez que me besas se esfumará. Puede que pienses que una tarde dejaré de mirarte, como siempre hago, aprendiéndome cada caricia, perdiéndome en cada lunar, memorizando cada curva. Y ese día, esa tarde, te besaré borrando tus temores y te contaré cómo guardaba todos tus besos bajo la camiseta sin que tú lo supieras por si acaso algún relámpago me los robaba sin que me diera cuenta y ya no pudiera recuperarlos, también te confesaré cómo me colaba en tu cuello cada vez que te despistabas y me dormía en tu olor para no perderlo jamás, y dejaré caer cómo soñaba con ser el roce de tu ropa interior contra tu piel. Y tu sonrisa no desaparecerá. Y yo volveré a besarla.

Setenta y nueve mil besos

sábado, 6 de septiembre de 2008

Histeria.


Traete tu camiseta más vieja, la que no quieras, la que no te pongas, porque en cuanto te vea te voy a empujar contra la pared y te la voy a arrancar, a mordiscos. Te voy a destrozar la ropa interior y sin que te des cuenta en un segundo te quedarás desnuda, frente a mí, extasiada, sudando placer, muriéndote de ganas, suplicando a mi lengua que no se la ocurra frenar, arañándome los brazos mientras te ahogas, haciéndome chirríar la piel con tus dedos, rasgándome el cuello mientras me pides aire, asesinándome la cama mientras tus ojos se esfuman con tu aliento. Prepárate. Porque no te vas a escapar. Nos vamos a reventar.

Setenta y cinco mil besos


'Cause I want it now

I want it now

Give me your heart and your soul

And I'm not breaking down

I'm breaking out

Last chance to lose control

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Qué importaba la luna contigo en mi colchón.


Verme enredada en tu cuerpo confundiendo nuestro sudor, mojarnos en saliva, ahogarnos en la húmeda respiración que nos arropa. E inmolarme junto a tu corazón para que no se puedan despegar sus mitades, repasar el contorno de tu ombligo con mis dedos, mirarte a la boca y morirme de deseo, aprenderme tu perfil de memoria y exhalar un tibio te quiero en tu cuello empapado, aunque mi aliento corte el sonido, aunque mis manos lo tapen haciendo chirríar las sábanas, aunque mis dedos se enreden en tu pelo y no te permitan escucharme... Porque sé que siempre te llegan, incluso cuando no los pronuncio.


Setenta y un mil besos


lunes, 1 de septiembre de 2008

Tú.


Nadie besa como tú. Nadie sabe sostener mis labios en un beso como lo haces tú. Nadie sabe mantener la respiración y dejar caer su aliento sobre mi boca a escasos milímetros de aire de la tuya como tú. Nadie empapa mi cuello con una boca tan húmeda como la tuya dejándome sin voz, sin palabras, sin sonidos, sin consciencia, sin conocimiento de nada que no sea tu saliva erizando mi piel. Nadie sabe acariciar mi lengua como sólo tú lo haces, manteniendo el instante, lento, apoyada sobre mí, sintiéndome, congelándonos de frío pero sin sentirlo por tenernos al lado, muriéndonos del calor y deshaciéndonos en nuestras propias manos, rompiéndonos. Nadie sabe comerme como tú me comes. Nadie sabe... Sólo tú.


Sesenta y ocho mil besos