lunes, 10 de octubre de 2011

Perversiones bajo cero

Solía no recordarte. Es fácil cuando es verano y las minifaldas se presentan en tus ojos de par en par, como las piernas. Aprendí a metamorfosearte en un recuerdo en un solo día, pero tus noches siguieron ahí, en un standby de lo que pudo ser y nunca fue. Fue directo e indoloro; pero tu dibujo mal borrado siguió martilleando mis costillas. Y pasó el tiempo y me di cuenta de que sigue siendo igual de jodido tenerte cerca, porque solo pienso en arrancarte la lengua mientras te abrazo y cosértela en tus agujeros sin manos pero con dedos. Pero mantengo la compostura y me obligo a no desearte hasta que llegue a casa, hasta que los kilómetros sean suficientes para que no te des cuenta de que eres el metrónomo de mi entrepierna, hasta que deje de anhelarte desnuda, empapada y real. Hasta que desgaste tanto aquellas noches que deje de recordarte para pervertirte en sueños, viajes y cervezas. Y ese cuello y la curva que forma con tu pecho... Qué bien haría a la humanidad y a los frioleros si lo llevaras siempre descubierto. Maldita sea, rubia tenías que ser. En mi cuenta pendiente te tenías que convertir. Marcharte sin avisar y llevarte mi ropa interior y no mis ganas en tu bolso fue la putada más enorme que tu metro sesenta pudo hacerme. Odio con todas mis fuerzas que las paredes se conviertan en papel de liar cuando estás tú detrás y que el mono me venga de golpe y no pueda pensar en otra cosa que en fumarte y apurar hasta el último gramo de piel y carne que te forma. A veces mataría a la ropa que te cubre y moriría de envidia por esa almohada que no te merece. Echo de menos tus dedos a rabiar, joder. Ten cuidado si planeas abrazarme; en cuanto acabe la canción te verás empotrada contra la pared más cercana y no te dará tiempo a echar en falta la ropa interior porque mis manos cubrirán todo lo que escondes. Y me tiraré de cabeza sin contar hasta tres para entrar directa en tu vértice y llevarte al orgasmo más salvaje de este puto invierno. Te has llevado mi frío de la mano. Mi vida es otoño y tú te has disfrazado de verano e instalado en mis cajones. Podría maldecirte por ello, pero solo puedo correrme cuando te descubro al cerrar los ojos.
No miento si te confieso que a veces, solo a veces, me permito acordarme de ti cuando el termómetro marca bajo cero, y conjugarte con mi entrepierna y el vapor de un baño en el infierno. Y, entonces, la cama abrasa y un millar de mariposas suben desde mis ingles y se instalan en mi vientre, y yo sólo puedo dejarme las uñas en las sábanas mientras te pienso. Y es que, como dice Olaia Pazos, 'un te quiero en invierno da calor'. Y a mí los tuyos me arden.

lunes, 3 de octubre de 2011

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Ocurrió. Quizá llevaba años siendo de esa forma, puede que esa vorágine sentimental no me dejara verlo o quizás lo asumí pronto, en ese momento en el que cruzamos la primera mirada. La iba a querer toda mi vida.


Huir significa ir a buscarte. Volcar en un papel cientos de palabras con tu remite oculto en ellas es lo mismo que llamar a tu portal y declararme sobre en mano, pero no de rodillas; quiero tus ojos lo más cerca posible de mis pestañas. Acentuar cada 'ella' con tu nombre es la única manera en la que he aprendido a besarte; resulta difícil cometer faltas de ortografía si decides inspirar. Recordar tus piernas deslizándose debajo de tu vestido es el acto onanista más sublime que puede concebirse. Verme en tus ojos es perderme, dejar de ser, llegar a ese punto en el que dejo de estar en el suelo y el mundo deja de formarse en tercera persona, la realidad se reduce a la sonrisa de tus labios superiores y a la curva de tu ombligo con mi boca y quedamos sólo tú y yo. Y comprendo, entonces, que vivir es eso. Vivir es verte en las pupilas de quien no quieres que pestañee jamás mientras estés delante. Vivir es no dejar de temblar a un centímetro de ella. Vivir es pensarla y no desgastarla, sino quererla más. Vivir es esperarla una vida... y que aparezca. Vivir es desnudarla y seguir mirando sus ojos mientras la tocas. Vivir querer soñarla y hacerlo tres noches seguidas. Vivir es amarla. Vivir es ella. Ella, que hace los 'ella' más bellos si cabe cuando ella los viste.


Es poesía. Poesía que desgarra, poesía imposible de escribir. Poesía que quema gargantas cuando es leída. Poesía que obsesiona porque sabes que jamás serás capaz de escribirla. Poesía que abrasa y congela.


Es el acto más íntimo que tengo.


Escribirle es la única forma que tengo de quererla.


'Y tú ni siquiera lo llegas a notar...'

http://www.youtube.com/watch?v=BWGbpimwe1c