jueves, 27 de noviembre de 2008

'Ocho días a la semana'

No serían suficientes las horas, pienso, mientras te quito el cinturón. Ni siquiera los días, ni las noches. Ni una vida entera. No me bastaría una vida para quererte, para recorrer una y otra vez tu alma erizada al contacto con mis palabras, para cerrar los ojos sobre tu cuello, para comerme cada uno de tus besos. No tendría bastante con una vida durmiendo en tu espalda, merendándonos con los ojos, desabrochándonos hasta la sombra tras cada esquina. No quiero únicamente una vida para morir de amor bajo tus pestañas cada vez que nuestros ojos tropiezan, ni para apagar la luz y adivinarnos bajo sábanas en las tardes de noviembre, ni para dibujarte a caricias en cada momento que te tengo delante. No puedo imaginarme sólo una vida contigo, porque no quiero una, quiero todas las posibles, quiero la tuya de la mano de la mía, la que fue, la que es y la que será nuestra, la que vivimos y la que viviremos, la que crearemos, la que soñaremos y cumpliremos, la que lanzaremos en un grito en los días que llueva, la que te regalaré antes de que me la pidas, la que me meterás en el bolsillo sin darme cuenta. Porque una no es suficiente para todo lo que nos queda por vivir. Porque nos queda tanto... Tanto.

Ciento cuarenta y tres mil besos


martes, 25 de noviembre de 2008

Felices felicidades :)


Quiero regalarte la luna, mis ganas, todas las sonrisas que crucen nuestras miradas, los besos que quepan en tu almohada, cada una de las letras del abecedario para que hablen solo de nosotras. Quiero regalarte mi olor, mi piel y mis sábanas, susurros sobre tu vientre y caricias bajo tus piernas, tatuajes de tus sueños y promesas de tus deseos. Quiero regalarte mil sonrisas diarias, abrazos que deshagan el frío, victorias sobre la cama y miradas bajo el colchón, y abrazos con los que despertar envueltas cada mañana. Quiero regalarte mi vida, mi felicidad. Quiero regalarte mi alma. Y ya la tienes.

Ciento cuarenta mil besos

domingo, 23 de noviembre de 2008

Noches sin reloj.


Que los besos más salvajes no superan las miradas en medio de la humareda de un bar, ansiosas, deseando desvestirnos e imaginándonos desnudas la una dentro de la otra. Y nos empotramos rompiendo paredes, espejos, cristales y suelos, y nos sentimos y nos recorremos como si de una carrera de fondo en una cama de noventa se tratara. Y mi lengua se va a tus labios, y la tuya surca mi cuello y electrocuta mi mente. Y tus dientes taladran hasta la última de las dificultades, revientándome, aprendiéndose todas las partes de mi cuerpo, marcándome y dejándome con las ganas en la boca. Y un reloj nos separa, y yo me siento, viéndote marchar, y saco las uñas y me tatúo tu nombre en mi portal, y en el ascensor, y bajo mis sábanas también. Y tú me miras mientras te vas, y me robas el alma, la ocultas bajo tus labios sorteándola en besos que reclaman camas detrás de cada caricia, la regalas en sueños bajo mis brazos. Y entonces te das la vuelta, y yo me levanto, y nos miramos, y ambas atravesamos corriendo el humo y nos rompemos la boca, quemando el humo de las miradas, regalándonos la saliva, las ganas y la felicidad.

Ciento treinta y ocho mil besos

martes, 18 de noviembre de 2008

Romanticismo suicida


No sé cómo lo haces, pero consigues colarte entre mis pestañas acompañando mis noches y mis madrugadas, te conviertes con facilidad en un parpadeo eterno, te instalas en mi pupila, impidiendo que vea otra cosa que no seas tú. No tengo ni idea de cómo, pero sólo respiro tus miradas, sólo vivo con tu piel bajo mis labios, sólo preciso recordar tu aliento en mi almohada para continuar. No sé por qué, pero en ocasiones es tu boca la única capaz de evitar que me caiga, tus dedos los únicos que me sujetan y tus ojos los únicos que pueden ver por mí. No sé cómo fue, pero caí dentro de ti, dentro de tu alma y te llevé la luna, la envolví en palabras que nunca te escondieron nada, en besos que morían de felicidad en tu boca, en caricias que nunca acababan y que no terminaban de quererte, en promesas que superaban el cielo, el mar y tu cuello, en instantes que dibujaban todas las sonrisas que se nos venían encima y nos aplastaron felices, en tu voz unida a la mía, en tus dedos entrelazados a mi corazón, en tus manos pidiéndome a gritos amarnos para siempre.


Ciento treinta y cinco mil besos


domingo, 16 de noviembre de 2008

Eres lo siguiente a todo


Llego, y te beso cada trozo de piel que se quedó frío sin mi aliento. Sueño, y mi hambre se cuela bajo tus bragas mientras mi sed se sacia con tu saliva. Respiro, y mi aire envuelve tu nombre y deja chirriando las patas de la cama. Te miro, y la luna empalidece y las sábanas desaparecen, porque allí donde están nuestros ojos no hay espacio para nada más. Te hablo, y se me corta la lengua de decirte a dos segundos de tus labios que te amo, que no es mi almohada sino tu alma sobre lo que duermo cada noche, que no es sino tu sonrisa lo que me quiero llevar a todas partes, que no es otra cosa sino la razón lo que pierdo cuando me arrancas mis ganas.

Ciento treinta y tres mil besos

lunes, 10 de noviembre de 2008

No voy a dejar de mirarte...


No te miento si te digo que se me desgarra el alma cuando sales de mi cama, que moriría por ocultarte bajo las sábanas para que no te marcharas nunca, que no he visto nada más hermoso que tu sonrisa sobre mi almohada. No te miento si te confieso que hasta el frío más tiritante se convierte en un calor eterno bajo tus manos, que mi piel se muere bajo tus caricias en escalofríos de amor, que cada pensamiento lleva tu olor en todo momento. No te miento si te reconozco que sólo sueño con morir ahogada en tu boca, con clavarme una a una las letras de tu nombre en el alma, con tatúarme de mil modos y maneras tu mirada, con devorarte mil noches sin parar.

Ciento veitinueve mil besos



Envidio el viento que la roza,

envidio el toque de su ropa,

hace sonar la melodía

que un día yo soñé poder tocar...

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Tiritando...


Callar, mirarte, recordarte, y sentarme a escribirte minutos después de tenerte desnuda sobre mis sábanas. Las palabras se esfuman cuando apago la luz y tú dejas de mirar el reloj, cuando dejo que mis dedos repasen tu perfil, cuando mis ojos atraviesan tus pestañas y se quedan en tus párpados, cuando tus sonrisas se escapan y caen poco a poco sobre mi piel. No quiero una noche, ni dos, ni tres, quiero tu vida entera conmigo, despertar y oler tu mirada, sentir la fuerza de mis dedos al querer marcarse en tu espalda, hacerte reír con los ojos cerrados, susurrarte detrás del cuello y desarroparnos de un golpe mientras yo nos vuelvo a cubrir y tú me pides que pare el tiempo...


Ciento veintidós mil besos


http://www.youtube.com/watch?v=lpU1kNbW5ec

domingo, 2 de noviembre de 2008

Noviembre contigo.


Y sí, es verdad que me muero cuando te cuelas por mi jersey y me alientas, y tus manos se enredan con las mías bajo mis guantes, y tus ojos se cierran sobre mis brazos en la noche más fría y más caliente que hayamos vivido nunca. Y sí, es entonces cuando no puedo evitar mirarte hasta que se secan mis pupilas, cuando dejo que mis dedos inconscientemente rodeen tu barbilla y desciendan por tu cuello, cuando dejo que mis latidos vayan tan fuerte que ni un terremoto los silenciaría. Y sí, es cierto que dejé de ser una sola alma para coser la tuya al lado. Y sí, te confieso que lo eres todo, sin dudarlo ni un momento, como todo es lo que hay debajo de tu piel, como todo es lo que hay tras tus suspiros, como todo es la utopía de nuestros días. Y sí... Te amo, de todas las maneras, de todos los modos, con todas las palabras dibujadas en tu espalda, con todos los besos que en tu boca son únicos, con todas las batallas que bajo sábanas ganamos las dos, con todas las miradas que bajo tus pestañas erizan mi alma, con todas las caricias que nos sueñan eternas. Con todo lo imposible, inimaginable e irreal.

Ciento veinte mil besos