viernes, 29 de octubre de 2010

.

Cómo pringa ese puto fango en el que todos caemos alguna vez. Qué insufrible es respirar y notar cómo tus pulmones no tienen espacio suficiente ni aire que trabajar, ese que antes sobraba por todos los poros. Cuánto duele no visualizar los días, porque eso que se avecina ni son días ni son noches, solo son cadenas oxidadas enroscadas a un corazón basurero y maloliente.
Quizá llegó el momento de decir adiós, de despedirte de aquello que sabes que es lo único que te hará feliz pero de lo cual eres consciente que jamás volverá a ser recíproco, aunque ellos no sean capaces de dejarte marchar pese a que lo necesiten. Que alguien me explique cómo coño se dice adiós al amor, a la necesidad, al sustento del día a día, al apoyo, a la última palabra del día y al primer beso de madrugada, a esa sonrisa que arregla absolutamente todo el frío del mundo, a esa mano que tan pequeña se enrosca de una manera tan perfecta entre tus dedos ya sea dentro de bolsillos, de bolsas de palomitas o de mantas amarillas, a ese latido que dibujaron sus costillas sobre mi cama, a ese olor que resquebraja cada intento de huida, a esa cuenta de besos que terminó por superarnos.
Que tengo un máster en corazones rotos. Que alguien me explique cómo le digo que mañana tendrá otro cachito más en el que dividirse.

http://www.youtube.com/watch?v=IhSjuo0YtPU