miércoles, 15 de febrero de 2012

4,22

Mis costillas se han convertido en un hilo perpendicular a las comisuras de tus palabras, y ahora tengo mi ventrículo izquierdo tambaleándose como el peor equilibrista del circo de los lunes. Ha querido planear cielos inalcanzables cuando nosotros siempre hemos sido de los que andan bajo el paraguas, con los ojos cerrados y hablando solo cuando la madrugada es impar; de los magos baratos a los que cuando se les presenta la magia de bruces y sin avisar se les caen las cartas de la manga; de los que buscan pupilas en las que coagular para poder seguir mirando. De esos que escriben tratados sobre besos en espaldas que no se dan la vuelta, de los que caen en sucesiones de vértices que completan constelaciones que quedan demasiado lejos pero que no admiten parpadeo, de aquellos que solo dentro de las camisas de fuerza se sienten a gusto.
Pero la mitad de mi costado ha pedido el divorcio y se ha escapado vestido de flequillo gris, te ha vivido y ahora ha entendido a aquellos que hablan de los aleteos que provocan tsunamis, a los que no se conformaron con el síndrome y se enamoraron del propio Sthendal sabiendo que se convertirían en kamikazes con frenos caducados, a los corazones trasplantados que siguen latiendo aun sin tener un cuerpo que los proteja. 'Aprovéchame', parece que dices, 'que los sueños nunca se repiten más de tres noches seguidas'. Ha conocido la magia y ha aprendido que no se puede alcanzar a la gente que vuela; que hay destellos sin fecha de caducidad que no están al alcance de nadie; que aunque los (des)equilibrios y el miedo y las ganas y el pasado se conviertan en un cóctel explosivo si se mezclan con tu nombre, se lo está bebiendo con el pulso en pause aunque ahora empiece a quemar. Ha encontrado poesía en un hoyuelo escondido; en la obsesión por un lunar que (des)aparece cuando más se le necesita; en metro sesenta de miles de versos esperando ser pulidos; en los salientes de los huesos de tus muñecas que incitan ser arrebañados; en la noche que soñó que te confesaba que tu nariz es la más bonita del universo; en heridas que no se quieren esconder y que se mezclan con millones de detalles, retales que solo esperaban su momento cuando, de repente, abrí las palmas de mi mano y ahí los vi, esperando ser mordidos.
Y tú sonríes, me prestas tus pestañas para ver por dentro de ti y me demuestras que tenía razón aquel que dijo que hay momentos en la vida en los que las palabras son superfluas. Me quedo desnuda completamente, sin piel, mientras tú hablas, y rezo por ser capaz de no pestañear mientras estés delante porque sé que en un bostezo desaparecerás y el peso de mis manos se quedará vacío. Y solo soy capaz de hablarte de remedios paliativos para todos los martes de tus semanas; de intentar hacerte ver que no necesitas alas porque tú sola eres capaz de sobrevivirte; de que eres un torbellino lleno de comas y yo soy alérgica a los puntos finales; de que tu cuerpo guarda mil abrazos y tu cuello algo de dolor y tus pulgares piden besos a gritos ahogados desde tus bolsillos; de que los puños de tu jersey esconden mucho más que tus manos y de que tu vida está llena de impulsos e improvisación porque tú eres un espectáculo al que no se le puede imponer un telón; de que estamos en febrero y tus uñas exigen primavera y no te das cuenta de que la llevas contigo y solo espera que abras los ojos; de que tu magia está envuelta en metáforas llenas de sinestesia. De que yo estoy aquí, sujetando como puedo tu sístole y tu diástole para que no se te escapen y no pierdas el rumbo en tus aleteos.
Vuelas mientras existes y eso te hace inalcanzable, y no lo sabes y eso te vuelve lejanamente cercana. Y yo me pregunto en qué momento te confesé que no sé jugar si es con los ojos vendados, que nunca aprendí a ganar, que perderé mil veces con tal de que tú caigas de pie y puedas seguir maullando tus siete vidas.

Existes, y prefiero miles de tambaleos entre secretos, lunares y distancias a que, como buen sueño, desaparezcas cuando me despierte.

viernes, 3 de febrero de 2012

XXX

Te llenas de puntos suspensivos mientras te espero en las esquinas despoetizando los relojes. Tienes cara de promesa que no se cumple, y tus uñas están llenas de carne que no repites, y alguien te dijo que deberías llamarte lunes. Se te nota en las arterias cuando hablas que dispensas corazones sin quererlo, que tu sangre solo late caliente cuando anda algún posible cerca para completarle con tu imposibilidad, que nunca te gustó encajar con nadie porque temes que te rompan de nuevo las astillas y que esta vez no quede nada con lo que reconstruirte. Necesitas tres abrazos diarios, sobre todo a la hora de levantarte, pero eso es algo que solo saben los que conocen la existencia de tus lunares sin haberlos visto jamás.
Pero a veces te repasas las uñas mal pintadas, tiras los tickets de los vestidos que nunca te pondrás y fracasas al encontrar quien te quiera, porque nadie entiende tus miedos y eso te asusta aun más y te deja el corazón aplastado dentro del puño. Porque sonríes triste cuando los demás se besan, y no por querer ser ellos sino porque la nostalgia te inunda las comisuras. Porque inventas historias por no afrontar la tuya propia. Porque aunque vayas envuelta en lana y tus pies sean pequeños, tus días son los más fríos del mundo si son bemoles, y me vuelves minúscula y no puedo abrazarte porque en mis sueños siempre apareces volando hacia otra dirección. Porque me creíste cuando te dije que es el cambio de temperatura el que me pone triste, y colaste sin que me diera cuenta tu bufanda en mis costillas para later en invierno y esa noche te quise más que a mi insomnio, y eso es algo que nadie había conseguido jamás. Porque tu mirada es distinta, como tus palabras, y susurras en vez de hablar y tu cuello tiene pinta de oler a vainilla y papel quemado. Porque no te pareces a nadie, y eso es un hecho con el que me di de bruces la primera vez que te vi, y aun revolotea por mi tripa. Porque fumas solo cuando alguien puede verte, y rompes pañuelos cuando hace frío, y tienes mirada de niña que no duele aunque lleves dentro alguna que otra puñalada. Porque solo le encuentras sentido a los días si estás despeinada, y las tardes que llueve quisieras saber tocar el acordeón, salir a la calle y decir que llueve por tu culpa. Porque estás llena de ombligos, y de besos cuarteados, y te apasionan las cicatrices de los demás solo para no mirar las tuyas propias. Y las acaricias, sin meterte dentro, repasas su contorno y te marchas. Porque estás llena de sombras, y yo lo único que quiero es acostarme a tu espalda y dejar que tus dedos lloren hasta que pueda abrazarlos. Porque un día dijiste que solo te enamoras los días que llevas un calcetín de cada color, y la mañana siguiente yo robé el arco-iris y lo escondí en mi cajón, por si algún día te quisieras quedar a dormir.
Porque faltas y no existes todavía. Porque quizás solo existas porque te invento. Porque quizás seas suma de todas y termines siendo ninguna. Porque quizás seas suma de todas y termines siendo Ella.