Tengo agujereados en la memoria todos los relatos en los que le di el papel protagonista y que nunca terminé porque no quería que ocurriera ni en la ficción. Tengo deshechos todos y cada uno de sus gestos, ya no me acuerdo de cuál era su peca mejor escondida ni de si las constelaciones de los lunares de sus mejillas hacían contacto con mi hoyuelo si sonreían. No recuerdo cómo temblaban mis piernas cuando me besaba ni cómo deseaba que la vuelta a casa no terminara nunca para seguir mirando la misma luna juntas un ratito más. Se me fue de la memoria su dedo pulgar dejándose caer en mi bolsillo y mis ganas de estrujarla al rozarme en las plazas llenas de gente que no nos importaba. Se me olvidó cómo llevar su nombre escondido en mi boca aunque ahora no sale de mis dedos, perdí el momento en el que le regalé mi corazón y se lo puse en la palma de mi mano, y entonces ella apretó demasiado y lo axfisió... Ya no hay suma de besos, sólo hay restas de recuerdos que se multiplican por todos los que no llegaron a ocurrir y se me inunda la cama de nudos en la garganta. Sólo hay una punzada constante que atraviesa la diagonal que formó de mis pulmones a mi pecho y que escuece y duele tantísimo que las lágrimas pierden su sentido. Sólo hay intentos por recuperar aquello que se fue esa noche, que mandó tan lejos que no sé ni por dónde empezar a buscar, aquello que no necesitaba aire artificial para respirar y que con un par de soplidos se volvía a poner de pie, aquello que abrió de par en par mi alma y que ahora está tan aplastada, cerrada y oxidada que temo que nunca vuelva a respirar.
Sólo hay un roto que me demuestra que la única persona que puede rajar y explotar tu corazón es aquella que te salvó en otra ocasión de otro asesinato al ventrículo izquierdo.http://goear.com/listen/ee0e017/s%C3%A1lvame-luis-ramiro