viernes, 19 de junio de 2009

Final

No entendía cómo había sido capaz. Cómo, después de tanto tiempo pensando que no me quedaba más amor por dar, Ella había conseguido abrir mi corazón de golpe, un corazón herido de muerte y maltrecho. Abrirlo de verdad, curarlo y dejar que de él saliera un amor tan puro, tan verdadero y tan real que a veces me asustaba. Me asustaba porque cada día la amaba más y me había dado cuenta de que desconocía mis propios límites, aquellos que creía sobrepasados ya. Pero era así, yo la amaba y me moría por cada palabra, por todos y cada uno de sus huesos, por todas las veces que me esperaba debajo de mi portal. La amaba desde aquel primer te quiero que Ella me dijera una noche de verano. La amaba cuando yo inconscientemente estaba pidiendo a gritos ser amada y Ella fue la única en oírme. La amaba al besarla, al perderme en su cuello buscando ese olor que se había convertido en el Edén para mí. La amaba al tocarla con un solo dedo la mejilla, al buscarla desesperada tras cada voz y no encontrarla, al necesitarla y tenerla. La amaba al hacer mía su boca en nuestro portal, en nuestro banco, en nuestro parque. La amaba al abrazarla para protegerla del invierno, la amaba cuando viajábamos al verano en su cama, la amaba cuando la primavera nos vestía de recuerdos, la amaba al sentir el otoño sobre su paraguas y Ella a mi lado. La amaba porque era mío su dolor, la más mínima punzada suya se clavaba en mi pecho y ardía, su rasguño más pequeño abría zanjas en mi alma. La amaba cuando creaba espectáculo con su sonrisa, cuando su risa empapaba la ciudad y yo sólo podía mirarla y morirme de amor. La amaba cuando las gotas de lluvia resbalaban por su paraguas y nosotras bajo él nos dábamos besos interminables. La amaba al despeinarla, al tatuarla mi amor en cada roce, al invertir toda mi saliva y todas mis letras en ella. La amaba cuando le regalaba mi corazón, se lo ponía en la palma de la mano y Ella me amaba también.


Quería creer que yo también era su sueño. Que yo también había aparecido en el momento justo de su vida con el único propósito de hacerla feliz y que lo estaba consiguiendo. Que no mentía en cada promesa que me hacía, que realmente me quería con ella toda su vida y que ‘el final’ dejó de tener lugar en nuestra voz desde aquel 19 de julio. Que continuaríamos follándonos el alma todos los días, todos los segundos que nos restaban juntas, todos los momentos que viviéramos en nuestro ático perdido de Londres. Que los miles de besos aumentarían día a día hasta llegar al infinito, hasta perder la cuenta… Y así fue.

Esas siete palabras, no puedo dejar de pensar en ti, continuaron resumiendo cada día nuestra historia: la de un amor interminable.

http://www.youtube.com/watch?v=CB2d85YuO90

9 comentarios:

Ana dijo...

"Me asustaba porque cada día la amaba más y me había dado cuenta de que desconocía mis propios límites, aquellos que creía sobrepasados ya"
Me siento muy identificada con esa frase... Pero lo bonito del amor es eso, que no tiene límites ^^
Un beso guapa.

Dylan Forrester dijo...

Descarnado, pasional, intenso...
Un placer hallarte por aquí. Espero nos leamos.

Saluditos...

Andrés Martín dijo...

Tu historia es magia. Debes llevar algo muy fuerte ahí dentro para poder contarla así.

©Dríada dijo...

Qué historia tan bonita^^

rOo RAMONE dijo...

Fuiste tan capaz, porque naciste para ser de Ella...
y Ella para ser de ti.
Y ser perfectas,
lograr interminable, lo que así es.
:)
no se abandonen nunca,
ya está demás decir.
Un beso grande para ti Elvi
y para Ella, tan divinamente Ella.

La sonrisa de Hiperion dijo...

"Esas siete palabras, no puedo dejar de pensar en ti, continuaron resumiendo cada día nuestra historia: la de un amor interminable"

Realmente bonito.
Saludos y un beso guapa!

Mal bicho dijo...

Muy muy muy muy bueno.
¿Para cuando el nobel de literatura?

eliú dijo...

"...continuaríamos follándonos el alma todos los días, todos los segundos que nos restaban juntas..."




morir así ha de ser genial!

Eme dijo...

es la historia de un amor como no hay otro igual*