Y el miedo que siento ante el papel vacío se torna invisible cuando las palabras acuden a mí, se dibujan solas bajo el abrazo de mi alma. Se vuelven versos de poetas desterrados a las esquinas, abrazos a miradas azules que miran pero no escuchan, soplidos a la piel que se eriza en la oscuridad. Queriendo refugiar sólo lo que no suena por no tener voz, callan más de lo que dicen. Y aún así cada una de ellas se vuelve un grito a los oídos vacíos. Gritos que desgarran gargantas comidas por el silencio que aún muertas aman a la voz que las persigue. Gritos esperando que aquellos ojos los escuchen en mitad de la madrugada de su mirada. Gritos que no respiran... pero viven.
6 comentarios:
Alucino mucho contigo y con tus palabras... eres una diosa de las palabras. Eso eres. Llevas el arte muy adentro.
Gritar, no obtener unos oídos a los que ser escuchado, y ni poder recibir el eco de tus palabras...
Pero aún peor es gritar, y no tener voz para expresar, aire para conducir nuestras angustias o anhelos, fuerzas para pronunciarnos...
Un besito
"abrazos a miradas azules que miran pero no escuchan"
una madrugada de gritos esta, de la que aún no he amanecido...
Me ha gustado este escrito tuyo :)
Un abrazo :D
a veces los sentidos por si solos no son suficientes.....wow!!
Las palabras se visten con tu voz, con tu escritura, y viven porque tú haces que vivan y se escuchan cuando así lo deseas y se leen cuando el papel deja de estar vacío.
Las palabras sienten lo que tú sientes. Es tu magia.
Un abrazo.
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